En este caso concurren a la mediación un joven de aproximadamente 25 años, por una parte y por la otra un hombre más grande, de unos 50 años, junto a su letrada patrocinante. Esas, eran las partes de mi mediación.
Desde mi imaginario supuse que se trataba de un régimen de comunicación de abuelo.
Cuando chequeo los datos personales, observo, que el solicitante era Pedro, el joven, y el requerido era Manuel, quien había concurrido con su letrada.
Explico el encuadre de mediación con el respectivo discurso inicial, el cual fue un poco coloquial por la presencia de la profesional. Al mismo tiempo pregunto a Pedro si le incomoda la presencia de la abogada de Manuel a lo cual responde que no, por lo que participan todos de la audiencia.
Al otorgar la palabra a Pedro, comienza su relato explicando que necesitaba colaboración en la cuota alimentaria para Valentina, su hija de 6 años que hacía ya casi 2 años que vivía con él debido a que la madre, Paula, tenía problemas psicológicos; y también solicitaba colaboración en compartir tiempo con la niña, su reclamo era que se encontraba solo para satisfacer todos los requerimientos de Valentina.
Manuel, al comenzar su relato, comienza a hablar con un tono de voz potente, fuerte, pero a la vez apesadumbrado, manifiesta que efectivamente su hija tiene problemas psicológicos, que en este momento esta internada en una clínica y que no tiene problema en prestar la colaboración que solicita Pedro, pero que él no va a entregarle dinero en efectivo. Ante su relato, parafraseo recalcando lo positivo de querer colaborar.
Inmediatamente pregunto a Pedro cuales eran las necesidades de Valentina con las cuales podía colaborar Manuel a lo que respondió que se gastaba mucho dinero en meriendas y que además necesitaba contratar un transporte escolar porque con su trabajo y los tiempos del colegio de la niña se le hacía muy dificultoso cumplir con los horarios de entrada y salida de la escuela.
Al ir avanzando pude ver como la posición de cada una de las partes (Pedro: quiero dinero – Manuel: no te doy dinero) iba dando lugar a los verdaderos intereses que ambos poseían: satisfacer las necesidades de Valentina.
Se replanteaba el conflicto en base a los intereses.
Entre los dos comenzaron a dialogar sobre el transporte escolar y acordaron que, Pedro iba a averiguar presupuestos y el abuelo se haría cargo de pagar dicho transporte. Además, surgió que compraría mensualmente las meriendas para que Valentina llevara al colegio, recuerdo que Pedro le comentó que le gustaban las galletas de chocolates y alfajores, y por supuesto un juguito.
También se acordó que el abuelo continuaría colaborando con vestimenta y calzado, como lo venía realizando desde tiempo atrás.
De este modo se iba cerrando el tema de la obligación alimentaria, a la vez que surgía la posibilidad de realizar un cuarto intermedio debido a que quedaba pendiente consultar presupuestos para el tema del transporte escolar. Luego comenzamos a dialogar sobre el régimen de comunicación, es decir del tiempo que Manuel disponía para compartir con Valentina.
El pedido de Pedro era claro: necesitaba que lo ayudaran con Valentina ya que se ocupaba todo el tiempo de su hija… Manuel relató que, solo podría compartir con su nieta los fines de semana, y no todos, debido a su trabajo. Además, los fines de semana su hija, Paula, mamá de Valentina, salía de la clínica y también podría compartir tiempo con ella.
Se comenzó dialogando en compartir fin de semana por medio, y se terminó acordando tres fines de semana al mes, desde el día sábado al medio día hasta el lunes por la mañana, ya que la niña, que va a 1° grado, concurre al colegio en el turno tarde.
Asimismo, Manuel manifestó que, Teresa, su ex esposa, suele compartir tiempo con Valentina y podría colaborar también con el pedido de tiempo que solicita Pedro.
Le pregunto entonces si existe la posibilidad de invitar a Teresa a participar del próximo encuentro, para ver qué tiempos dispondría para compartir con Valentina; Manuel asiente manifestando que no hay inconveniente en avisarle, que incluso, tienen muy buena comunicación. A Pedro también le agradó la idea de invitar a la abuela materna a la próxima reunión.
Por lo tanto, se fijó cuarto intermedio con dos objetivos específicos: terminar de resolver la obligación alimentaria (ver cómo funcionaba la entrega de merienda y averiguar el transporte escolar) y también ver como resultaba el régimen de comunicación propuesto.
En este primer encuentro, siempre se trabajó en una reunión conjunta. Se destacó la escucha de las partes, el respeto y turnos para tomar la palabra y la colaboración de la letrada pa- trocinante de Manuel, que, si bien su participación no fue mucha, si fue precisa y colaborativa. También se pudo detectar el interés en común: Valentina y la satisfacción de sus necesidades, colaborando tanto el padre como el abuelo para procurar lo mejor para la niña. Me pareció de mucha utilidad incorporar a la abuela materna a la mediación como una ayuda mas para acompañar y apuntalar el crecimiento de Valentina, ya que, desde mi perspectiva, Pedro necesitaba en quien sostenerse para tan ardua tarea: la crianza de su hija.
En la segunda reunión, a dos meses de la primera, se encuentran sentados en la sala de espera, Manuel junto con Teresa, la abuela materna, quienes concurrieron a horario. Me acero y le agradezco a Teresa por aceptar la invitación a concurrir a mediación y les comento que podemos esperar hasta media hora para que llegue Pedro.
A la media hora, Pedro no había llegado, (recordemos que él era el requirente de la mediación), en ese momento me entristeció que no haya concurrido y cuando estaba por hablar con Manuel y Teresa, llego Pedro.
Inmediatamente hice subir a todos a la sala de mediación. Ya Manuel no venia con su abogada.
Primero que nada, agradecí nuevamente a Teresa de concurrir lo cual asintió con la cabeza y una sonrisa, se mostraba simpática.
Se ubicaron en la sala enfrentados ambos abuelos y Pedro en el medio. Yo frente a Pedro.
Comencé preguntando cómo había estado Valentina y como habían resultado los acuerdos arribados en la reunión anterior.
Tomó la palabra Manuel refiriendo que todo había estado muy bien, que llevaba cada semana la merienda para su nieta y que, además, ya estaba pagando, también por semana, el transporte escolar. Es decir, habían podido lograr cumplir ambos compromisos asumidos por el abuelo materno. Incluso, cuando hablaba Manuel lo hacía con una sonrisa en su rostro, con gratitud.
También había resultado fructífero el régimen de comunicación, se había cumplido sin inconvenientes, salvo que un fin de semana no había podido Manuel buscar a su nieta por cuestiones laborales.
Estos datos me reconfortaron gratamente, ya que comenzábamos esta segunda reunión con grandes acuerdos logrados, lo cual recalqué y agradecí. Incluso se sentía esa sensación de que ambos (padre y abuelo) habían podido lograr el cumplimento de lo acordado en favor de Valentina.
Teresa tomó la palabra comenzado su relato solicitando específicamente a Pedro que por favor dejara de cuestionar la figura materna de su hija, un pedido de abstención de juicios de valor respecto de la figura materna frente a Valentina, solicitaba silencio y respeto. Relató que Paula, estaba bajo tratamiento psicológico porque efectivamente tenía grandes dificultades para ejercer el rol materno. Que es un tema que les costó mucho tiempo entender tanto a ella como a Manuel, pero que justamente por esa razón está bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico, y solo pedía a Pedro que también lo entendiera…. “Que no es que ella no quiera hacerse cargo de su hija, sino que no puede…” y que por eso están ellos sentados en esta mediación para ayudar en la crianza de Valentina.
Comprendí, desde la empatía, el dolor que sentía Teresa al decir esas palabras, las cuales recuerdo y siento en este momento, el mismo nudo en la garganta. Era un nuevo tema que se incorporaba a la agenda de trabajo.
Ante dicho relato realicé un parafraseo recalcando que Paula estaba bajo tratamiento justamente por tener dificultades para ejercer el rol materno y que no es que no quería hacerse cargo de Valentina, sino que no podía.
Por el gesto y mirada de Pedro, observaba que le costaba entender lo solicitado por la abuela materna, por lo tanto, a lo largo de la mediación, parafraseé en varias oportunidades ese relato de Teresa… hasta que, en un momento, se produjo el reconocimiento de Pedro hacia la persona de Paula (representada en la mesa por ambos padres), quedando plasmado en el acuerdo una clausula especifica donde Pedro se comprometía a abstenerse de realizar, en presencia de la niña, juicios de valor respecto de la figura materna de Paula.
Incluso, al pulir el tema del régimen de comunicación, Teresa propuso que los días jueves por medio, en la tarde, Paula podría retirar de la escuela a Valentina y en el hogar paterno compartir un par de horas con su hija, ayudándole a realizar las tareas escolares, a lo que Pedro acepto tal propuesta, incorporándola a la cláusula respectiva.
También se agregó que la niña compartiría días con sus abuelos en vacaciones y alternarían las festividades de fin de año.
En esta segunda reunión, también se trabajó en forma conjunta. Estuvo presente la escucha activa, el lenguaje gestual y analógico sobresalió a lo largo de la mediación; trabajé la mirada hacia el futuro y la posibilidad de modificar el acuerdo cuando fuere conveniente. También estuvo muy presente la figura de Paula (ausente con aviso), donde tuve que trabajar el reconocimiento de Pedro hacia ella, lo cual se logró plasmando en el acuerdo la cláusula especifica respecto de la abstención de realizar de juicios de valor de la figura materna.
El acuerdo, contuvo cláusulas de obligación alimentaria, régimen de comunicación, y la cláusula de la abstención referida, que, si bien, esa cláusula quizás resulte inejecutable en caso de incumplimiento, pienso que fue lo más importante que se pudo lograr en la mediación. Esto lo corroboré cuando al concluir la misma y al despedirnos, Manuel estrechó fuertemente mi mano y me dijo “muchas gracias” mirándome a los ojos … esa mirada me penetró profundamente e hizo que me estremeciera y sintiera realmente el valor que había tenido para él esa mediación.
Allí confirmé que debía escribir este caso que además de ser un caso distintito, no común a la generalidad, fue un caso donde se pudo incorporar otras personas a las estrictamente requirente, - requerido, presentes y ausentes (con aviso), y se pudo lograr un reconocimiento que, por ejemplo, en ninguna otra vía, ni la judicial se podría haber logrado.
Fue una mediación que me dejó una profunda y grata sensación de haber podido ayudar a resolver situaciones familiares donde la mediación es la mejor alternativa para tal fin, además de cumplir mi rol de facilitadora de la comunicación.
Es menester, destacar que Caram, M.E; Eilbaun, D.T y Risolia M. (2017) expresan que la mediación es aquel proceso en el que un tercero neutral, a solicitud de las partes, los asiste en una negociación colaborativa, en la que sus diferencias son replanteadas en términos de intereses, a fin de que puedan ellos mismos tomar una decisión satisfactoria con relación a los mismos.
En los temas relacionados con la familia, la mediación es un proceso de resolución de conflictivos que busca mejorar la comunicación y el entendimiento entre los miembros de la misma.
La mediación familiar es un sistema de interacción donde el mediador como facilitador y conductor del proceso de mediación, a través de las herramientas, ayuda a las partes a identificar sus intereses dejando atrás sus posiciones y posturas rígidas promoviendo la comunicación efectiva y comprensión mutua. Para ello se hace necesario aplicar herramientas comunicacionales, como la escucha activa, la empatía, legitimación, reconocimiento, entre otras.
Asimismo, la Teoría de la Comunicación Humana de Watzlawick et.al (2011), nos enriquece, desde su enfoque de comunicación como interacción, destacando la importancia de la comunicación analógica resultando especialmente relevante en la comprensión de la dinámica de las partes dentro del sistema de la mediación.
Para que el que mediador pueda ejercer su rol, es fundamental generar confianza y credibilidad en el sistema de mediación. Recién, a partir de allí, es decir, desde la apertura de los mediados a través de sus narraciones y la efectiva implicancia en la situación familiar, se producen las modificaciones que se influyen mutuamente, ya que pueden advertir que se necesitan uno del otro para logar solucionar colaborativamente su sistema familiar.
En el caso relatado, este sistema familiar estaba integrado no solo por Pedro y Manuel, presentes inicialmente en el sistema mediación, sino también por Teresa, quien aceptó posteriormente participar y todas las partes involucradas, como un todo, se encontraban juntas a fin de tomar decisiones que pudieran satisfacer el mejor interés de Valentina. Además, estaba Paula, representada por el subsistema parental de Manuel y Teresa, que cuidaban que su figura materna fuera respetada, y si bien estaba ausente físicamente en esta medición, estaba ausente, pero con aviso.
De todo lo expuesto se desprende, como desde el paradigma sistémico en la modalidad de la mediación familiar, a través de la mutua implicancia, la comunicación analógica presente con el tono de voz, posturas, gestos, y miradas, como así también la escucha activa que ayudó a comprender las necesidades y perspectivas del otro, la colaboración y sinergia para encontrar soluciones creativas, desde una perspectiva consensuada, activamente participativa y cooperativa del sistema familiar, se pudo lograr una resolución beneficiosa de satisfacción de intereses de una niña, en este caso, de Valentina.
Los nombres del presente relato son ficticios a fin de respetar la confidencialidad de la mediación.
Caram, M. E.; Eilbaum, D. T.; Risolía, M. (2017) Mediación. Diseño de una práctica. Histórica. Parkinson, L (2021). Mediación familiar. Estrategias y Tácticas. Astrea
Watzlawick, P., Bavelas, J. B., & Jackson, D. D. (2011). Teoría de la comunicación humana: interacciones, patologías y paradojas. Herder Editorial