Martín Tino Neglia decidió escribir un libro. Lo ha hecho con pasión y absoluto desprejuicio, proponiendo una mirada curiosa e inquietante. Lo ha hecho, también, desde una praxis incontrastable e incuestionable. La que deriva de su larga trayectoria como actor y, sobre todo, la que emana de su relación personal con la maestra Galina Tolmacheva, a quien agradece y homenajea por los conocimientos brindados. En épocas en que se está redescubriendo a la pedagoga rusa y resuena todo un debate socio-político en torno de ella, este volumen es un fósforo en un polvorín, aunque carente de todo tipo de malicia. Es pasional a borbotones, algo comprensible tratándose de quien viene. Un trabajo donde lo emocional se impone ante lo intelectual, aunque las ideas nunca dejen de ser protagonistas. Mi experiencia con Galina resulta un trabajo que sorprenderá a todos, gustará a muchos e irritará a otros. Porque es de cajón que los libros que realmente importan y aportan suelen cosechar tantos adherentes como detractores. Y éste los tendrá, sin dudas.